Ya estaba harto de crear seres que andaban por la superficie y los que vivían bajo el agua. Y fue por ese hartazgo que le vino la idea de poblar los cielos con seres que se movieran en el aire. Lo hizo por partes: cuerpos, extremidades, cabezas, ojos, bocas, narices, orejas. Pero concluidas las nuevas creaciones, le pareció que era más de lo mismo con que pobló la superficie del planeta hacía poco creado. Esos seres necesitaban ser modificados. Garras por pezuñas, picos por bocas, y en lugar de nariz y oídos agujeros para respirar y oír, ¿y en lugar de pelos...? Hum, no, escamas definitivamente no. ¿Qué otra cosa? Vamos, que tú puedes. Tu ingenio es ilimitado. Todo eso se decía mientras su mente bullía de ideas que proponían nuevas ideas. Y en eso estaba cuando dio en la tecla. ¡Es eso ahí!, gritó de júbilo. Ahora haría que los seres del aire volaran. Fue hasta el armario de las ideas en suspenso, donde guardaba los proyectos sin función inmediata
Comentarios
Publicar un comentario