UNA CALAVERA PARA SHAKESPEARE
Buenas noches, señor, me dijeron que lo no se vende en su tienda es porque no existe, ¿estoy en lo correcto?, dijo el cliente, entrando a la tienda.
Correctísimo, señor, pero dígame qué desea, dijo el tendero.
Un cráneo.
¿Un cráneo?
Sí, mi señor, una calavera, no me va a decir que no tiene una para vender.
Por el momento no tengo ninguna, pero si vuelve mañana le tendré una.
¡Ah!, pero sucede que mañana no puedo venir, estaré muy ocupado todo el día.
Mnn, bueno, no hay problema, deme la dirección donde quiere que le sea entregada y el nombre del destinatario y listo.
Bueno, si es así me quedo tranquilo, ¿ha oído hablar del teatro The Globe, en Bankside, Southwark?
¡Oh, sí!, y ¿a nombre de quién debe ser entregada?
A mi nombre, William Shakespeare.
Muy bien, mañana por la mañana tendrá su calavera.
Apenas el cliente se marchó, el tendero abrió un arcón y sacó un hacha. Cinco minutos más tarde cerró la tienda y rumbeó para los suburbios de Londres, esa noche tendría mucho trabajo, al final debía resguardar la fama de su tienda.

UNA CALAVERA PARA SHAKESPEARE por FRANCISCO A. BALDARENA se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.
Basada en una obra en https://creativecommons.org/choose/?lang=es#metadata.
Comentarios
Publicar un comentario