LOS VERDADEROS CULPABLES

  Salí, como me lo pedía un efectivo por megáfono, con las manos en alto; la cuadra estaba llena de patrulleros y unas doscientas armas apuntaban hacia mí. A pesar de varios "cállese la boca", pude imponer mi parecer. Les dije que el malo de la película no era yo, que actué según el plan trazado en alguna oscura oficina estatal, que yo era el resultado que el poder necesita para imponer su necesidad de ser; que los malos eran ellos, los propios agentes del orden, al acatar ciegamente órdenes transmitidas de despacho en despacho, al punto de no poder discernir a qué intereses obedecen. Les dije que los que deberían apuntarse y matarse los unos a los otros eran ellos. 

   Por un momento imagine que obedecían y un minuto después los disparos cesaban y el olor a pólvora sustituía al emanado por las zanjas de agua podrida de mi vecindad. 

   ¡Qué hermoso cuadro formaba el tendal!                             

                                                                    

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LOS VERDADEROS CULPABLES por Francisco A. Baldarena se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.
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