LA YUCA

  El padre miró la hora y supo que los cigarrillos que quedaban en el paquete acabarían antes de que abrieran el almacén de la esquina por la tarde. Buscó plata dentro de la casa y en la puerta de entrada coincidió con su hija, que salía para comprar yuca en el supermercado chino de la avenida. Él le dijo que si el almacenero tenía de todas maneras compraría, pero el almacenero le dijo que su proveedor de verdura no le había dejado yuca esa semana. Cuando salió del almacén vio a la hija que ya doblaba la esquina en la avenida; el hombre pensó que tal vez ella tampoco consiguiera, entonces se dirigió a una verdulería que siempre tenía yuca, a cuatro cuadras y media de su casa. Y sí, había yuca. A la vuelta, al rato de haber ingresado en la casa, llegó la hija con una bolsita de yuca. 

   ¿A cuánto la conseguiste, papá?, le preguntó, al ver la bolsa que el padre había dejado sobre la mesa de afuera. 

   Cuatro kilos por cien, contestó el padre. "Uy", oyó exclamar a su hija. 

   ¿Qué pasó?, preguntó él. 

   Nada, que yo compré dos kilos por cien, se lamentó ella. 

   No pasa nada, dijo él, la mezclamos con la que compré y a la hora del almuerzo nadie se va a dar cuenta cual es cual. 

                                                                                 

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La Yuca por Francisco A. Baldarena se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.
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