LA RECOMPENSA

  Aquel hombre, cargando una pesada alforja, encaró, lleno de esperanzas, su camino por el desierto bajo un sol abrasador. A cada paso que daba hacía un hueco en la tierra con la punta del pie derecho, sacaba una semilla de las alforjas, la dejaba caer en el hueco y luego las cubría con el otro pie. Así llegó se mantuvo caminando sin dormir por días y días, hasta que, ya casi en el límite del desierto, las semillas acabaron. El hombre siguió, entretanto, hasta encontrar el reparo de los primeros árboles y allí se acostó a dormir y el sueño se prolongó más de lo que se acostumbra. Al despertar del largo sueño, retornó a su hogar bajo la sombra reparadora del frondoso bosque que había nacido y crecido mientras dormía. 

                                                                        

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LA RECOMPENSA por Francisco A. Baldarena se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.
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