LA BÚSQUEDA PERPETUA
El autobús se detuvo.
¿Aquí es su destino?, le preguntó el conductor, después de apagar el motor.
No, dijo el viajero.
Pero acá termina el recorrido, le confirmó el conductor, mostrándole la terminal.
Para usted sí, respondió el viajero, con una mueca.
¿Y hasta dónde seguirá viaje? Mientras esperaba la respuesta del viajero el conductor se trasladó en pensamiento a la seguridad de su hogar.
Hasta que no haya más camino, ahí sabré que la búsqueda habrá terminado, pero como los caminos nunca terminan porque uno mismo es el que los hace, seguiré buscando sin cesar, respondió el viajero. El conductor se imaginó a sí mismo encontrando a su esposa que lo esperaba con la comida servida y no le encontró sentido a las palabras del viajero.
¿Y cuál es la gracia de seguir buscando si se sabe que la búsqueda es infinita?, le preguntó el conductor.
La gracia está en buscar, no en encontrar, respondió el viajero. La respuesta del viajero desconcertó al conductor.
Muy bien, buen viaje entonces. Por mi parte me iré a dormir. El conductor bostezaba.
Felices sueños, dijo el viajero, bajando del vehículo, yo seguiré despierto.
Espere un momento, dijo el conductor, mientras cerraba la puerta, dígame una cosa, ¿si la gracia no es encontrar, qué busca entonces?
Simple, mi amigo, busco lo imposible, no encontrar nada para seguir buscando.
Fin.
La Búsqueda Perpetua por Francisco A. Baldarena se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional. Basada en una obra en https://creativecommons.org/choose/?lang=es#metadata.
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