EL REGALO

  Hoy cumplo años, diecinueve días; y debo decir que hasta hoy nadie me había regalado nada, ni un buen día, apenas elogios al pasar, pero regalo regalo, niente. Sé de algunos con más edad que yo que no han tenido el gusto de esa dádiva, por ese lado debería estar contento; aunque, hay que reconocerlo, también sé de afortunados que sin haber calentado el asiento, como suele decirse, ya estaban en posesión de un regalo. Pero, a pesar de todo, diecinueve días de espera por un regalo es casi nada, casi un récord diría, aunque lo correcto es decir más vale tarde que nunca. Bien, ahora hablaré de mi regalo, que por cierto será el único y el último porque mis padres han mentido sobre mí, condenándome así a una corta vida; mi regalo ha sido un hombre y ahora me lleva sujeto a su muñeca izquierda. No hace ni media hora que me lo han regalado y ya me ha mirado más de cien veces, se ve que le gusté mucho. Pero el encanto ya va a camino de la extinción definitiva, como dije, por culpa de mis padres que han mentido sobre mi identidad; pues no soy a prueba de agua como atestigua mi certificado de nacimiento impreso en mi espalda ni nací en Suiza, sino en una fábrica china sin nombre legal. 

   Diez minutos atrás hemos llegado a las instalaciones del club, donde mi regalo vistió un vistoso short de baño. Después ha subido, peldaño a peldaño, al trampolín y caminado con pasos vacilantes hasta el borde, donde dio cinco saltitos cortos y se zambulló, conmigo en la delantera, directo a las aguas celestes de la piscina. 

                                                                              

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EL REGALO por FRANCISCO A. BALDARENA se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.
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