EL ESTÚPIDO

 A Juan le gustaba el fútbol en tanto deporte, entre otras tantas modalidades deportivas, pero no simpatizaba por ningún club en particular, ya que consideraba que se habían convertido en empresas, perdiendo todo el encanto; por lo tanto, seguía al equipo que mejor se desempeñaba cada temporada. Pero un día, cuando por un desperfecto en el televisor, se acercó al club de la esquina para ver desde allí el partido del equipo que seguía ese año, un fanático empezó a discutir sobre fútbol con todos. En un dado momento se dio vuelta hacia él y le preguntó: 

   ¿Usted, amigo, no cree que el fútbol es lo más grande que el hombre ya ha inventado? 

   ¿Cómo?, de ninguna manera, le respondió Juan, sin detenerse a pensar dos veces ante semejante estupidez. 

   Já, cómo me dice eso, ¿y qué hace acá mirando el partido, entonces?, insistió el fanático. 

   Bien, como usted lo puede ver, dijo Juan, la televisión misma ya es una prueba de un invento mejor. 

   Hasta cierto punto, pero no cree usted que es lo mejor que se puede ver en ella, continuó el fanático. 

   Juan, viendo que trataba con un estúpido porfiado, creyó mejor levantarse y marcharse sin responder, pero cuando estaba cerca de la puerta escuchó que el tipo le decía que se marchaba porque no aceptaba las verdades. Él casi que se vuelve, cayendo en la trampa del otro, pero se acordó de Mark Twain, que decía que nunca hay que discutir con un estúpido porque te hará descender a su nivel y ahí te ganará porque tiene más experiencia, entonces continuó como si no hubiera escuchado nada, era mejor así.

                                                                          Fin. 

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El Estúpido por Francisco A. Baldarena se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.
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