EL COLMO

 Llovía a cántaros, parecía el diluvio universal, el fin del mundo. Las gotas castigaban con tal violencia las chapas usadas que arrancaron hasta los chicles que tapaban los agujeros sin clavos. El goteo incesante encharcaba el piso, los muebles, las camas, al perro, al loro, los preciosos libros de la biblioteca y a todos nosotros. Afuera era un solo mar y nuestra casa parecía una isla. Y el agua seguía subiendo y subiendo y no hubo forma de atajarla cuando empezó a colarse por debajo de las puertas, y como si no fuera castigo suficiente con toda esa penuria, cuando el agua empezó a llegarnos a las rodillas, se nos dio por ponernos a llorar. 

                                                                         Fin. 

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El Colmo por Francisco A. Baldarena se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.
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