EL CAMINO DE LA NO-VIOLENCIA

  Hace mucho calor, el sol arde en la piel y sus rayos resecan todo, pastos, árboles, paladares y lenguas. El lobo tiene la boca pastosa y le duele la garganta de tanto tragar en seco. Las ovejas, un poco más arriba, del otro lado del arroyo, ven al lobo acercarse con pasos cansados al cauce. Éste, apenas hunde el hocico en el agua fresca, cree haber llegado al paraíso de los lobos. 

  ¿Listas?, ¡ya!, ordena Gandhi, la oveja jefa del rebaño, y todas las demás ovejas le dan la espalda al arroyo y empiezan a orinar. Pronto el agua se torna amarillenta. El lobo, tan cerca del agua, no percibe el cambio de color y sigue bebiendo copiosamente, hasta que siente un gusto asqueroso en el paladar; se aparta de la orilla de un salto y empieza a hacer arcadas. Enseguida, vomita. Después escudriña el entorno y descubre al rebaño de ovejas, que aún continúa orinando en el cauce del arroyo. 

   Malditas ovejas, despotrica y afirma después: juro que nunca más vuelvo a comer ovejas. Al oír los las maldiciones del lobo, la oveja Gandhi se da vuelta hacia las suyas y les dice: 

   Vieron, que sin violencia se pueden lograr los objetivos deseados. 

                                                                               

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EL CAMINO DE LA NO-VIOLENCIA por Francisco A. Baldarena se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.
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