EL BUEN INSTRUCTOR
Nadie sabía cómo el instructor de boxeo Peter Peñalba conseguía tener un gimnasio tal moderno si ninguno de sus discípulos, que además de no pagar la mensualidad, nunca ganaban una pelea.
Ya lo veremos.
Esa noche Johnny "Puño de Concreto" Bulldog, su mejor peor discípulo, se enfrentaba a Henrique "Dirty" Calajano, que si bien no era bueno de guantes tampoco era tan malo cuanto Johnny. Y eso lo sabía muy bien Peter, que apostó los trescientos dólares que todavía dormían amasados en el bolsillo interno de su chaqueta en "Dirty" Calajano. Diez a uno a favor de Calajano, anunciaba el pizarra delante de la ventanilla de apuestas del "Drinker Bar".
Nada mal, dijo Peter, mientras guardaba los boletos.
Después de la pelea.
No te aflijas, muchacho y síguele dando duro a la bolsa de arena, que una noche de estas será "tu noche", le decía Peter al maltrecho y amoratado Johnny, mientras daba golpesitos con los dedos de la mano derecha sobre el bolsillo interno de su chaqueta, donde tres mil de los grandes atestiguaban que esa noche había sido "su noche".

EL BUEN INSTRUCTOR por Francisco A. Baldarena se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.
Basada en una obra en https://creativecommons.org/choose/?lang=es#metadata.
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