AL INFIERNO

 Cayó como un rayo en el medio de la calle, frente a mi casa. Luego del alboroto que causó el desplome, una nube de polvo y plumas quedó flotó en el aire, y antes que cayera la última pluma ya toda la cuadra estaba a su alrededor, mirando atónita como aleteaba igual que un pájaro herido. Nadie se preguntaba de dónde había caído porque estaba más claro que el agua clara, aquel par de alas en su espalda lo decía todo, que había sido del cielo, donde vive Dios. Lo que sí nos preguntábamos era por qué. Al ser interrogado parecía confundido, y no era para menos, con aquel porrazo; la verdad parecía que no entendía nuestras palabras y cuando finalmente habló, entre quejidos dolidos, ¡pobrecito!, no entendimos nada. El ángel hablaba en un idioma que nos sonó extraño, pero alguien dijo que tal vez se tratara de latín. Fue necesario que acudiera a nuestra casa, donde lo llevamos y lo recostamos en un catre que sacamos al patio, el cura Pascual, si alguien hablaba ese idioma solo podía ser él. El ángel y el padre hablaron durante unos minutos, bajo nuestra mirada silenciosa. 

   "¿Y padre, que le dijo el ángel?", preguntamos, curiosos. El padre Pascual se santiguó y nos dijo que el ángel había cuestionado a Dios y Éste lo había expulsado del cielo. 

   "Te mandaré al infierno, dice que le dijo Dios, y lo mandó para acá", dijo el padre con la mirada turba y la voz grave mientras seguía santiguándose. 

                                                                           

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AL INFIERNO por FRANCISCO A. BALDARENA se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.
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