LA COSECHA

 Los hombres pararon el camión, bajaron y observaron la tierra en las alturas. 

    Allá, dijo uno, señalando un manchón verde. 

    ¿Estás seguro que es una plantación de tomates?, preguntó el otro. 

    Sí, respondió el primero, luego saltaron a la caja. Apuntaron el cañón hacia el manchón verde, una de las dos mangueras en los laterales de la máquina dentro del acoplado,  enganchado al camión, y la otra fue largada al suelo, sobre las nubes. 

     ¡Cuidado!, advirtió uno, parado al lado de los comandos, y en seguida oprimió el botón de encendido. La máquina sacudió un momento la carrocería del camión y empezó a zumbar. Una estela arremolinada de vapor de nube empezó a subir hacia la tierra, y en diez segundos tocó la superficie, donde empezó a succionar las plantas de tomate. Cuando estuvo lleno el acoplado, pararon la máquina, volvieron el cañón a la posición original y después de recoger las mangueras se marcharon al mercado central. 

   ¿Qué tal te parece la cosecha de hoy?, preguntó uno.

    Nada mal para ser lunes, pero si no nos damos prisa no llegaremos a tiempo para el horario de descarga, dijo el otro . Un minuto después ya se habían perdido entre la inmensidad de nubes.  

                                                                         Fin. 

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LA COSECHA por FRANCISCO A. BALDARENA se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.
Basada en una obra en https://creativecommons.org/choose/?lang=es#metadata.

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