INTERVENCIÓN
Para él el mundo era imperfecto, hasta la propia perfección era imperfecta y era necesaria su intervención para perfeccionarla. Todo y todos estaban equivocados y él, como el único a hacerlo todo bien, se sentía incumbido a modificar las cosas y ponerlas en su debido orden, "su orden" entiéndase. No se sabe por qué razón un día sus pasos lo llevaron a un retiro espiritual en un monasterio benedictino. Al llegar tomó el celular y se sacó una selfie en la estrada. Ya dentro, como era de esperarse, empezó la revolución, modificando desde los estrictos horarios hasta los estatutos. No hay mayores detalles de su estadía porque él nunca se pronunció al respecto. Lo cierto es que un mes después abandonó el retiro, y antes de volver a casa se sacó otra selfie frente a la estrada. Cuando llegó a su casa los familiares lo rodearon mientras él les mostraba las muchas fotos que había sacado. En la primera se lo veía sonriente delante del retiro, anunciado en lo alto en letras grandes: "RETIRO ESPIRITUAL SANTO DOMINGO". Después le siguieron una serie de fotos en una suerte de "un antes y un después"; y, claro, donde en la primera foto se veía un macetero en la siguiente estaba en otro lugar, y así fue con todo, cambiando cosas y reglas. Hasta llegar al extremo de verse en una foto a los monjes orando en un parque verde y bien cuidado y en la siguiente jugando a la pelota en el mismo lugar, ya sin vestigios del pasto, tal la revolución causada por él. Pero fue la última foto, cuando abandonaba el retiro, la que demostró la total dimensión de su paso intervencionista, y que dejó a todo el mundo perplejo y boquiabierto, incluso a él mismo, porque ni él lo había notado: se lo veía delante de la entrada, tal cual la foto sacada el primer día antes de ingresar, pero en lo alto decía así: "HOSPICIO SANTO DOMINGO".
Fin.
Basada en una obra en https://creativecommons.org/choose/?lang=es#metadata.
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