DESPISTADO Y DESMEMORIADO

    ¡Oh, no, de nuevo no!, exclamó cuando se dio cuenta que no llevaba puestas las dos medias, lo que no era raro en él, siempre tan despistado, despistado y desmemoriado. Pero ¿dónde habría dejado la que faltaba? Empezó por lo obvio: en el cajón de las medias, pañuelos e interiores, en la cómoda. Nada. Podría ponerse otro par, pero ninguno era blanco; pero si llevaba puesto uno blanco por algo debía de ser y si no fuera porque era despistado y desmemoriado lo sabría, se dijo. Después de registrar cada rincón de la habitación, fue a buscar al baño; bañera, pileta armario, bidet e inodoro y nada de la bendita media. Ahora a la cocina; heladera, horno, debajo de la mesada, aparadores y detrás de la garrafa y nada de media. En el comedor y en el living, lo mismo. En el lavadero, la misma cosa. Solo le quedaban por registrar la caseta del correo y la cucha del perro; fue por lo más probable: la cucha. El perro la había baboseado toda. Le costó arrancársela de entre los dientes, pero una patada en las costillas bastó para que el perro la soltara, por suerte no la había agujereado mucho. Fue hasta la pileta, la lavó y después de enjuagarla la metió en el secarropas; todo no le llevó ni diez minutos. ¿Llegaría a tiempo?, se preguntó, pero ¿llegar adónde? Ya no lo recordaba. Abrió la agenda, de repente allí estaría anotado el lugar a donde tendría que acudir. Nada. ¿Y en un lembrete pegado en la heladera con un imán?, tampoco. 

   ¡Oh, no, de nuevo no!, exclamó cuando se dio cuenta que no llegaría adonde pretendía ir, lo que no era nada raro en él, siempre tan despistado, despistado y desmemoriado, y si no fuera porque era despistado y desmemoriado lo sabría, se dijo. 

                                                                         Fin. 

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DESPISTADO Y DESMEMORIADO por FRANCISCO A. BALDARENA se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.
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