MI AMIGO IMAGINARIO

 De chico, como todo chico, tuve mi amigo imaginario, y era tan buena gente que yo le prestaba los mejores juguetes y lo dejaba ganar siempre todos los juegos, no fuera a deprimirse y me dejara jugando solo; y de adolescente salía según su gusto, siempre fiel a la premisa de hacerlo sentirse realizado. Y un  día me puse de novio con la chica que él mismo eligió, morena, no estilo nórdico como era mi gusto; el pelo lacio, no encaracolado como a mí me gusta y cumbiera, no rockera como yo en la época. Hasta que un día los dos me llamaron aparte y me dijeron que se iban a casar y yo, amigo fiel hasta la muerte, acepté sus argumentos, que en lo íntimo ya intuía y además, como dije antes, el perfil de ella no era de mi agrado; y como no podía ser de otra manera fui el padrino de casamiento. Recuerdo que el cura, al ver a la novia sola delante del altar, rehusó en un principio a realizar una boda sin novio, pero de tanto insistirle accedió y solo se dio cuenta que el novio existía cuando vio el anillo que él colocó en el dedo de la novia levitar en el aire sin artificio de nadie. 

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MI AMIGO IMAGINARIO por FRANCISCO A. BALDARENA se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.
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