EL COLECCIONADOR DE ANÉCDOTAS
El coleccionador de anécdotas paraba en todos los puestos de comida del parque de diversiones sin ningún criterio alimenticio; después de un pancho con bastante mostaza acompañado con cerveza se mandaba un helado de chocolate con jugo de naranja; atrás del choripán con vino tinto una porción de torta de manzana con un trago de coñac de la petaca que traía en un bolsillo; tras la pizza de cebolla con Coca-Cola un algodón dulce con rodajas de sandía; y después le dio a las papas fritas con ketchup, a las palomitas de maíz con jugo de frutilla mezclado con más coñac, a las choripanes con bastante pimienta y por último ensalada de frutas con el resto del coñac. Parecía querer suicidarse con comida, pero no, él estaba preparándose para subirse a la sillas voladoras.
"Mañana tendré otra buena anécdota para contar en el trabajo", pensó, apenas se sentó en la silla. Y vaya si la tuvo, bañó a todo el mundo que rodeaba el juego con una hedionda lluvia fermentada.
Fin.

EL COLECCIONADOR DE ANÉCDOTAS por Francisco A. Baldarena se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.
Basada en una obra en https://creativecommons.org/choose/?lang=es#metadata.
Comentarios
Publicar un comentario