DEUS LETUM

De pronto el mundo empezó a tronar sin previo aviso, como ocurre a cada tanto... y alarma generalizada.

   ¡Llegó el apocalipsis!, gritó alguien. 

   ¡Es el juicio final!, se escuchó a lo lejos. El resto fueron solo "uyes" y "ayes" a los cuatro costados de donde yo me encontraba, exactamente en el cuadrante central. Dirigí la mirada hacia donde todos miraban, entonces lo vi: Dios empuñando el arma exterminadora, capaz de transformar la materia en nada en cuestión de millonésimas de segundos. Con pesar abandoné el banquete que me estaba dando con una gigante extremidad de coleóptero y me escabullí entre los laberínticos pasadizos de mi mundo sintético con la rapidez que el momento exigía. En un periquete estaba bien protegido en el subsuelo, sobre mí solo el temblor del arma infalible y su ronquido de muerte. Por la humedad en el aire, estaba claro que el mundo hoy no iría a parar sobre la muralla del suplicio donde Dios a cada cierto tiempo nos somete con otra de sus armas de exterminio, de modo que me tranquilicé: por hoy estaba a salvo. 

                                                                              Fin.  

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DEUS LETUM por FRANCISCO A. BALDARENA se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.
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